Gozar de la vida es renunciar a lo superfluo
Hay un video disponible por el P. Fernando Armellini
con el comentario para el evangelio de hoy:
Introducción
Hubo un tiempo en que Dios aparecía aliado con los ricos: el bienestar, la suerte, la abundancia de bienes eran considerados signos de su bendición.
La primera vez que la palabra hebrea kesef (que significa plata o más comúnmente, dinero) aparece en la Biblia, se refiere a Abrahán: “Abrán poseía muchos rebaños y plata y oro” (Gén 13,2). “Isaac sembró en aquella tierra y ese año cosecharon un ciento por ciento” (Gén 26,12). Jacob tuvo innumerables propiedades: “bueyes, asnos, rebaños, hombres-siervos y siervas” (Gén 32,6). El salmista promete al justo: “En tu casa habrá riquezas y abundancia” (Sal 112,3).
La pobreza era una desgracia. Se creía que era resultado de la pereza, la ociosidad y el libertinaje: “Un rato duermes, un rato descansas, un rato cruzas los brazos para dormitar mejor, y te llega la pobreza del vagabundo, la penuria del mendigo” (Prov 24,33-34).
Un cambio de perspectiva llega con los profetas: se comienza a entender que las riquezas acumuladas por los ricos no son siempre el resultado de su trabajo honesto y de la bendición de Dios, sino que a menudo son el resultado de hacer trampas, violaciones de los derechos de las personas más vulnerables. Incluso los sabios de Israel denuncian los riesgos: “Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho o coma poco; al rico sus riquezas no lo dejan dormir” (Ecl 5,11). “El oro ha arruinado a muchos” (Eclo 8,2).
Jesús considera tanto la codicia de los bienes de este mundo y la riqueza honesta como obstáculos casi insuperables para la entrada en el reino de los cielos. El engaño de la riqueza ahoga la semilla de la Palabra (Mt 13,22); gradualmente tiende a conquistar el corazón humano y no deja espacio ni para Dios ni para el otro.
Bendito es el que se hace pobre, que ya no está ansioso por lo que come o bebe, que no se preocupa por la ropa y no se inquieta por el mañana (Mt 6,25-34). Bienaventurado el que comparte todo lo que tiene con los demás.
* Para interiorizar el mensaje, repetiremos:
“Cristo, aunque era rico, se hizo pobre para hacernos ricos”.