Da la vida si no quieres perderla
Un video del p. Fernando Armellini con subtítulos en Español:
Un video doblado por p. Alberto Rossa, cmf
Introducción
“En mi angustia” (Sal 77,3) invocamos al Señor porque estamos convencidos que él: “da vida y aliento y todo a todos” (Hch 17,25). Recurrimos a los santos, visitamos santuarios, besamos reliquias, hacemos novenas…siempre para tener vida. Las multitudes buscaban a Jesús “y cuando lo alcanzaban lo retenían para que no se fuese” (Lc 4,42), lo tocaban “porque salía de él una fuerza que sanaba a todos” (Lc 6,19). Se acercaban a él para obtener vida. “Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).
Y sin embargo, hay algo de paradójico, es más, de absurdo, en su propuesta. Para alcanzar la vida es necesario perderla: “Yo doy la vida para después recobrarla. Nadie me la quita, yo la doy voluntariamente (Jn 10,17-18) y justifica su elección con la comparación de la semilla: “Les aseguro que si el grano de trigo caído en tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24).
Es realmente necesaria mucha fe para convencerse de que, para tener vida, hay que “despreciarla hasta morir” (Ap 12,11). ¡Extraña y desconcertante lógica! Dios le asegura a Abrahán una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo… y le pide en sacrificio al hijo Isaac, al que debía realizar la promesa. Una prueba así solamente puede ser confrontada por quien cree firmemente, como Abrahán.
Jesús promete al discípulo introducirlo en la vida: “Quien me siga…tendrá la luz de la vida…no sufrirá jamás la muerte” (Jn 8,12.51) …si camina hacia la cruz, si se sumerge en las aguas de la muerte para “emerger”, sin embargo, en el día de Pascua. Bienaventurados aquellos que tienen el coraje de seguirlo, porque “podrán comer del árbol de la vida (Ap 2,7), estarán siempre con Él (cf. 1 Tes 4,17) y verán a Dios como es Él (cf. 1 Jn 3,2).
* Para interiorizar el mensaje, repetiremos:
“Señor, ¿a quién iremos? Tu solo tienes palabras de vida eterna”.