Archivo mensual: enero 2020

Presentación del Señor – 2 de Febrero – Año A

Todos lo esperaban, solo Ana y Simeón lo reconocieron

 

Aquí van los comentarios y videos para 2 de Febrero

 

 

Un video doblado por P. Alberto Rossa, cmf

 

Introducción

 

Han pasado cuarenta días desde la Navidad y, quizás con un poco de nostalgia, recordamos aún las emociones que experimentamos en esos días, sobre todo por el gozoso mensaje que nos trajo el Niño, astro venido del cielo para iluminar nuestras noches: “nos visitará desde lo alto un amanecer que ilumina a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte” (Lc 1,78-79). ¿A qué se debe que la Iglesia nos invite a contemplar de nuevo al Niño Jesús? 

 

La fiesta de la Presentación del Señor tiene orígenes muy antiguos. En Oriente ya se celebraba en el siglo IV con el nombre y el significado de Fiesta del Encuentro: porque evocaba el encuentro de Jesús en el tempo con el Padre, con Simeón y Ana, representantes del resto de Israel que permaneció fiel a Dios como Abrahán.

 

Cuando en el siglo VII fue introducida en Roma, recibió el nombre de Fiesta de la purificación de María y, como se caracterizaba por una procesión nocturna con candelas, tomó también el nombre de la Candelaria. 

 

El rito de la luz la asociaba a la Navidad, fiesta de Cristo-luz.

 

En Belén la gloria del Señor envolvió de luz a los pastores; en los lejanos países de Oriente la estrella brilló para los Magos; en el templo de Jerusalén ha aparecido la luz para iluminar a la gente.

 

Han pasado ya cuarenta días desde Navidad y pudiera ser que la luz de Belén que “habíamos visto surgir” se haya ofuscado un poco, que no nos parezca tan fascinante como entonces o que no sea ya la única en captar nuestra atención. Quizás nos hayamos dejado deslumbrar por otras estrellas fugaces y más concretas, por otros “astros” que reflejan mejor nuestros sueños y expectativas. He aquí por qué la Iglesia nos invita a encontrarnos de nuevo con el Niño: nos invita a recibirlo en los brazos como lo han hecho Simeón y Ana, los pobres de Israel, personas atentas a la voz del Espíritu.

 

 

Para interiorizar el mensaje, repetiremos:

Jesús es “la luz del mundo”.

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Conversión de San Pablo – 25 de enero

Introducción

 

Quienquiera que entre en Damasco por la puerta oriental, llega a la Calle Mayor. Es el antiguo ‘decumano’ (en la antigua Roma, la puerta principal de un campamento militar, que mira hacia el enemigo y cerca de donde estaba estacionada la décima cohorte de la legión) que, de este a oeste, cruza toda la ciudad. Ha mantenido el nombre dado por los romanos hasta hoy.

 

El autor del libro de los Hechos recuerda que la casa donde se recibió a Pablo, después de recibir la revelación del Cielo, estaba en este camino (Hch 9,11). No nos estaba dando una información trivial sino comunicando un mensaje. El camino: una imagen que se usa a menudo en la Biblia para indicar una elección de estilo de vida.

 

Al Dios de Israel no le gusta transigir, por lo que él le propuso a su pueblo una elección irreversible: “Mira, hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha.  Si obedeces los mandatos del Señor, tu Dios…te bendecirá” (Dt 30,15). Al llegar a una encrucijada, uno tiene que elegir: ya sea una carretera o la otra.

 

“Sus caminos son justos” (Dt 32,4), pero ¿cómo descubrirlos? Están lejos de los nuestros «como el cielo lo está de la tierra» (Is 55,9).

 

Ansioso por encontrarlos, el salmista estaba suplicando: «Señor, hazme conocer tus caminos» (Sal 25,4). Jesús también regresó a esta imagen: “Porque ancha es la puerta y ancho es el camino que conduce a la destrucción. Qué estrecha es la puerta que conduce a la vida» (Mt 7,13-14) y se identificó a sí mismo como «el camino» (Jn 14,6).

 

Conscientes de haber encontrado en Jesús el camino de la vida, a los primeros cristianos les encantaba identificarse como «los del camino».

 

Cuando caminó hacia Damasco, Pablo estaba decidido a «arrestar y llevar a Jerusalén a un hombre o una mujer perteneciente al Camino» (Hch 9,2). Estaba convencido de estar en el camino correcto, de recorrer los caminos rectos, los marcados por la Torá y las tradiciones sagradas de su pueblo. Anclado obstinadamente a sus propias convicciones religiosas, ni siquiera le conmovió la duda de que algunas de sus ideas y algunas de sus elecciones serían cuestionadas.

 

Estaba lleno de celo, generoso, dispuesto incluso a dar su vida por la causa en la que creía. Sin embargo, como todos los fanáticos, era intolerante con aquellos que pensaban de manera diferente. No hizo preguntas; alimentó sólo certezas.

 

Solo una luz del cielo podía disolver la densa oscuridad en la que estaba inmerso. En Damasco, lo llevó a la calle llamada Calle Mayor, donde la comunidad de seguidores del Camino lo acogería y lo cambiaría de perseguidor a apóstol de los gentiles.

 

 

Para interiorizar el mensaje, repetiremos:

«Guíame, Señor, en tus caminos, guíame por el camino correcto».

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Tercer Domingo del Tiempo Ordinario – 26 de enero de 2020 – Año A

¿Cuánto durará la noche?

 

Aquí van los comentarios y videos para 26 de Enero

 

 

Un video doblado por P. Alberto Rossa, cmf

 

Introducción

 

«Judas comió el pedazo de pan y salió inmediatamente. Era de noche» (Jn 13,30). Pocas palabras para describir una escena dramática; un hombre, a merced ya de sus proyectos de locura, abandona a Cristo-luz y viene devorado por la obscuridad. 

 

La gente teme la obscuridad de la noche y se anima cuando comienzan las primeras luces del alba. Los centinelas escrutan el horizonte, esperando la aurora (Sal 130,6). Largas son las noches de quien, ardiendo de fiebre y presa de pesadillas, gira y da vueltas esperando la mañana (cf. Job 7,3-4). 

 

Quien se ha precipitado en las tinieblas del vicio, de la mentira y de la injusticia espera también un rayo de luz que le anuncie el fin de la noche y el comienzo de un nuevo día. 

 

Centinela ¿cuánto queda de la noche?, pregunta el profeta (cf. Is 21,11). ¿Cuánto durará todavía en el mundo la obscuridad, el mal y el pecado? ¿Cuándo serán «liberados los hombres del poder de las tinieblas»? (Col 1,13). 

 

Pablo invita a la esperanza: «Ya es hora de despertar del sueño: ahora la salvación está más cerca que cuando abrazamos la fe, La noche está avanzada, el día se acerca» (Rom 13,11-12).

 

El conflicto luz-tinieblas continua a la espera del día sin fin, cuando «allí no habrá noche. No les hará falta ni luz de lámpara ni luz del sol, porque los ilumina el Señor Dios» (Ap 22,5).

 

 

Para interiorizar el mensaje, repetiremos:

«Estábamos en tinieblas, ahora somos luz. Haz, Oh Señor, que nos comportemos como hijos de la luz»

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Segundo Domingo Del Tiempo Ordinario – 19 de enero de 2020 – Año A

Dios: aquel que llama

 

Aquí van los comentarios y videos para 19 de Enero

 

 

Un video doblado por P. Alberto Rossa, cmf

 

Introducción

 

No hay pagina de la Escritura en la que no aparezca de un modo u otro el tema de la vocación. “En el principio” Dios llama las criaturas a la existencia (cf. Sab 11,25), llama al hombre a la vida y cuando Adán se aleja de él le pregunta: “Dónde estás?” (Gen 3,9). Llama a un pueblo y lo escoge entre todos los pueblos de la tierra (Dt 10,14-15); llama a Abrahán, Moisés, los profetas y les confía una misión a cumplir, un plan de salvación que llevar a cabo. Llama por nombre también a las estrellas del firmamento y estas responden: “¡Aquí estamos!” y gozan y brillan de alegría para aquel que les ha creado (Bar 3,34-35). Comprender estas vocaciones equivale a descubrir el proyecto que Dios tiene acerca de sus criaturas y acerca de todo hombre. Ninguno y nada es inútil: cada persona, cada ser tiene una función, una tarea que cumplir.

 

“De Egipto he llamado a mi hijo”, declara el Señor por boca de Oseas (Os 11,1) y Mateo (Mt 2,15) aplica esta profecía a Jesús. Sí, también él tiene una vocación: regresar de la tierra de esclavitud, recorrer las etapas del éxodo, superar las tentaciones, y alcanzar con todo el pueblo la libertad.

 

¿Y nuestra vocación?

 

“Dios nos ha llamado para una vocación santa” (2 Tim 1,9), nos ha llamado “mediante el evangelio que predicamos a compartir la gloria de Cristo Jesús, nuestro Señor” (2 Tes 2,14).

 

Los caminos que conducen a esta meta son diferentes para cada uno de nosotros: existe el camino para quien está casado o soltero, está el camino de los sanos y el de los enfermos, de los viudos, de los separados, de los novios. Lo que importa es escuchar y descubrir dónde Dios quiere conducir a cada uno y caminar de manera que “se muestren dignos de la vocación que han recibido” (Ef 4,1). “Ángel del Señor” es quien se acerca al hermano y lo ayuda a discernir y a seguir el camino trazado para el por Dios. 

 

 

Para interiorizar el mensaje, repetiremos:

“¿Señor, que quieres que haga? Ayúdame a comprender y ha realizar tu diseño de amor”.

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