Ricos de su pobreza
Un video del P. Fernando Armellini
con subtítulos en español y
doblado por el P. Alberto Rossa, cmf:
Subtítulos (elige ‘Español’):
Subtítulos grabados:
Doblado Español:
Introducción
“Respóndeme, porque soy pobre” (Sal 86,1), reza el salmista. Sorprende el argumento que usa con el fin de convencer a Dios para que intervenga en su favor: soy pobre. Para obtener acceso a los palacios de los reyes, de los mandatarios de este mundo, se necesitan recomendaciones sólidas, títulos meritorios, credenciales de peso. Con Dios no es así: el único certificado necesario para ser recibido en audiencia es “ser pobre”.
Sus simpatías son para los pequeños, los indefensos, los abandonados. Él es “el Padre de huérfanos y protector de las viudas” (Sal 68,6); prefiere a quienes no cuentan, a los despreciables a los ojos de los hombres. “El Señor te ha elegido –dice Moisés a los israelitas– no por ser más numeroso que cualquier otro pueblo (son, en realidad, el más pequeño de todos los pueblos), sino porque el Señor te ama” (Deut 7,7-8).
“Los pensamientos del Señor no son como nuestros pensamientos y sus caminos no son nuestros caminos” (Is 55,8). Por esto son difíciles de entender. Gedeón, llamado a realizar una ardua misión, objeta asombrado: “¡Oh, Señor! ¿Cómo puedo yo librar a Israel? ¡Precisamente mi familia es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño de la casa de mi padre!” (Jue 6,15).
Las lecturas de hoy nos presentan una serie de situaciones y personajes insignificantes en los que Dios ha hecho maravillas. Son una invitación a reconocer –como hizo María– nuestra pobreza y a disponernos para recibir la obra de Salvación que el Señor viene a realizar.