Archivo diario: septiembre 5, 2020

23 Domingo del Tiempo Ordinario – 6 de septiembre de 2020 – Año A

Como ayudar a Dios

a recuperar su tesoro

 

Un video del p. Fernando Armellini con subtítulos en Español:

 

 

Un video doblado por p. Alberto Rossa, cmf

 

Introducción

 

De un modo sutil, casi imperceptible, como el insinuarse de una serpiente en la hendidura de una roca, se abre también camino entre los cristianos la mentalidad de este mundo que valora a las personas en base al éxito que obtienen, a las dotes que manifiestan, a las riquezas que acumulan. Los genios, los atletas, las personas eminentes, cualquiera que demuestre poseer aptitudes fuera de lo común, es buscado y admirado; los débiles, los pobres, los incapaces, los minusválidos son considerados por muchos, aunque difícilmente se admita, como un estorbo.

 

La comunidad que se enorgullece de sus “héroes” y siente un rechazo inconfesado hacia los pecadores a quienes considera como basura, ramas secas, como un “deshonor” para toda la familia, muestra tener asimilado los criterios de este mundo, no los de Dios que se enamora de los últimos, de los que no cuentan y que ha declarado así su amor al mas insignificante de los pueblos, Israel: “Te aprecio y eres valioso y yo te quiero” (Is 43,4).

 

Idéntica es la perspectiva de Jesús: al centro de las atenciones de su comunidad ha puesto a “los pequeños”. Son ellos el tesoro de Dios, la perla preciosa por la que merece la pena rastrear todos los rincones del mundo, la joya que llena de alegría incontenible a quien la encuentra (cf. Mt 13,44-46). Decían los rabinos: “el Señor se alegra por la resurrección de los justos y por la ruina de los impíos”. El Dios de Jesús, por el contrario, se alegra más por un pecador que regresa que por noventa y nueve justos (cf. Mt 18,13).

 

Solamente si hemos comprendido los gustos de Dios, quien “ha escogió a los pobres” (Sant 2,5) y dirige su mirada al humilde (cf. Is 66,2), estaremos en la disposición justa para acoger el mensaje de las lecturas de hoy.

 

Para interiorizar el mensaje, repetiremos:

“Quien devuelve la vida a un hermano, experimenta la alegría de Dios”.

 

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Categorías: Ciclo A

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