Archivo diario: septiembre 23, 2020

26 Domingo del Tiempo Ordinario – 27 septiembre de 2020 – Año A

El sí más convencido

pasa a través de un no

 

Un video del p. Fernando Armellini con subtítulos en Español:

 

 

Un video doblado por p. Alberto Rossa, cmf

 

 

Introducción

 

Hay quien responde porque no ha entendido y quien, más lealmente, dice no porque no está convencido y quiere comprender mejor. Su no es un modo no muy elegante de pedir explicaciones y de decir que quiere ver más claro. Quien responde inmediatamente al Señor, quizás no se haya dado cuenta de quién sea él, cómo piensa y qué está proponiendo. 

 

En nuestra sociedad es apreciado quien produce. El viejo, el enfermo, el minusválido, son respetados, amados, ayudados, pero frecuentemente se les considera como un peso; no es percibido inmediatamente su valor y su preciosa contribución a hacer más humano nuestro mundo. Premiamos a los eficientes y a los capaces; estimamos a quienes han logrado subir a lo más alto por sí mismos, por su propio esfuerzo; remuneramos a quien trabaja. Dios piensa y actúa diferentemente: comienza por los últimos, se interesa de los últimos y premia a los últimos. Gratuitamente.

 

La parábola del pasado domingo nos dejó un tanto desconcertados y, quizás, hemos reflexionado a lo largo de la semana sobre el comportamiento ilógico del patrón que retribuye a los trabajadores de última hora como a los primeros. Es difícil renunciar a la religión de los méritos y creer en la gratuidad del amor de Dios. La primera lectura de hoy parece responder a nuestras objeciones: «Uds. dicen: no es justo el proceder del Señor. Escucha casa de Israel: ¿es injusto mi proceder? ¿No es el proceder de Ustedes el que es injusto? (Ez 18,25). 

 

Decir sí a Dios es renunciar a los propios pensamientos y aceptar los suyos. El Señor no busca los saciados, sino a quien tiene hambre, para colmarlo de sus bienes (cf. Lc 1,53); no aprecia a los potentes que se sientan sobre tronos, sino que se inclina para levantar a los humildes (cf. Lc 1,52); no premia a los justos por sus méritos, sino que se hace compañero de los débiles y hace entrar primeramente a publicanos y prostitutas en su reino (cf. Mt 21,31). Solo quien se considera el último, pecador y necesitado de su ayuda, podrá experimentar la alegría de ser salvado.

 

Para interiorizar el mensaje, repetiremos:

“El Señor muestra sus caminos a los humildes, a los pobres y a los pecadores“.

 

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Categorías: Ciclo A

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